domingo, 15 de mayo de 2011

La historia de los "te quiero".

Lleva cerca de cuatro meses sentada en su escritorio, pasando las hojas, escribiendo, releyendo todo aquello que escribe. Se agobia y piensa- esta frase no queda bien, no expresa todo lo que quiero decir o quizá sí, pero no de la manera que yo quiero. Conseguiré que con cada palabra pueda sentir lo que yo realmente siento -.
Yo, en cambio, me encargo de sentarme cada mañana en el sofá de su escritorio, donde se sienta cada amanecer y escribe hasta casi el anochecer. No sé lo que escribe hasta que se acuesta. No habla, no come y no se levanta, ni siquiera levanta sus párpados del papel hasta que estos piden que descansen hasta el nuevo amanecer.
Se sienta en la mesa a escribir con su taza de café, el periódico y su bolígrafo de la suerte, como ella dice. Previamente me ha dejado el desayuno preparado, ha salido a comprar el periódico, como hace cada día tras tomarse el desayuno, y vuelve a su trabajo. Me levanto, tomo mi vaso de leche y recojo, cocino un brownie de chocolate esta mañana, lo corto en partes iguales, pero siempre queda una más grande que el resto. Por lo que la pongo en un plato, se lo llevo y se lo dejo encima de la mesa, sin decir nada, y me acomodo en el sofá. Tengo bastantes cosas que hacer aún, pero este es mi mayor hobbie, contemplarla y reír cuando algo le sale mal, porque es así. Se enfada consigo misma y blasfema, pero nunca tira la toalla.
Pasan las horas y yo no me he dado cuenta, se nos ha olvidado hasta comer. Miro por la ventana y el sol ya se ha escondido otro día más. La noto cansada y le recomiendo que vaya a dormir, que descanse y que mañana siga. ¡Milagro, me ha hecho caso!
Se va, pero sin antes despedirse con un caluroso y profundo beso y me deja allí con el montón de hojas, puedo echarlas un vistazo y relatan una historia. Una historia de amor, donde cuenta todas las tardes de esa pareja, los propósitos que les quedan, sus deseos y sus temores... Vive lo que escribe, porque lo siente, porque está a gusto y porque se le da bien, para que negarlo y, en definitiva, porque a mí me gusta. Pero hay algo en esa historia que me desconcierta y es que aún no se ha atrevido a darles un nombre a los personajes, pero esperaré y a medida que vaya escribiendo sabré cómo avanza esta historia y si lo que plasma en ella le hace feliz o le disgusta. Y, yo, me encargaré de que tenga un final feliz.

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